11.- ¿sabemos comunicarnos?
Hola, en este blog voy a
hablar sobre unos problemas muy comunes que se dan en la comunicación conforme
a lo que he aprendido en clase. Entendí que la comunicación es la base de todo
ser y de aquello con lo que interactuamos, sin embargo, nunca hemos observado
que para llevar a cabo una comunicación eficaz en cualquier medio hay barreras
que impiden que el mensaje no llegue a su destino, y por lo tanto no establecer
una buena relación con nuestro interlocutor.
Antes de empezar sería bueno
plantearnos la siguiente pregunta: ¿Sabemos comunicarnos? Posiblemente una
respuesta que podrías dar sea que todos necesitamos mejorar esta habilidad. Y
es así, porque comunicar es un acto complejo cuya efectividad depende de
reconocer que pensamos de forma diferente, de los prejuicios latentes en
emisores y receptores, o bien, de ser conscientes de las barreras que bloquean
los mensajes. Pero, ¿cuáles son los
principales obstáculos que frenan la comunicación? ¿Cómo podemos identificar
las barreras que obstruyen el proceso de comunicación? ¿Qué podemos hacer para
mejorar las comunicaciones en un entorno tan imprevisible?
La comunicación no siempre es
fácil ya que comunicar nuestras ideas, opiniones, pensamientos, sentimientos
y creencias, puede convertirse en un
proceso enmarañado y, dependiendo del receptor o del emisor, puede resultar
complejo o complicarse. Si el proceso de comunicación se interrumpe, entonces
hay que detectar los problemas o identificar aquellos factores que limitan el
proceso. Así, el primer paso será reconocer el tipo de obstáculo a enfrentar.
Es por esto que me puse a pensar un poco en los tipos de problemas que he visto
a lo largo de los años a la hora de comunicarnos y encontré estos:
Escasez de vocabulario.
Es increíble escuchar a personas que solo mencionan al menos tres palabras en su discurso y lo demás es muy vago y repetitivo. A veces tratan de mencionar algo, pero no saben cómo describirlo. ¿Es sorprendente verdad? Hay miles de palabras en el diccionario de la real Academia Española y la mayoría de las personas no conoce ni la cuarta parte, o es más no las aplican en su vida, mínimo para tenerlas presentes.
En cualquier momento te hará falta más léxico, para entablar conversaciones de tópicos relevantes, para exponer un tema en público, para charlar con profesionales, para redactar, simplemente para que te expreses de una manera clara y concisa hacia los demás. Esto lo eh notado muy a menudo con mis compañeros de clase, claro “no soy monedita de oro” porque a mí también me falta aplicar palabras a mi vocabulario para expresarme de una mejor manera.
También he oído de personas que mencionan un término y desconocen su significado, ¿solo la dicen porque suena bonito? Eso es más preocupante, porque ni siquiera entienden lo que dicen; y si ellos no entienden, menos entenderá la persona a la cual se dirigen. Es como si cada quien hablara de temas diferentes.
Es increíble escuchar a personas que solo mencionan al menos tres palabras en su discurso y lo demás es muy vago y repetitivo. A veces tratan de mencionar algo, pero no saben cómo describirlo. ¿Es sorprendente verdad? Hay miles de palabras en el diccionario de la real Academia Española y la mayoría de las personas no conoce ni la cuarta parte, o es más no las aplican en su vida, mínimo para tenerlas presentes.
En cualquier momento te hará falta más léxico, para entablar conversaciones de tópicos relevantes, para exponer un tema en público, para charlar con profesionales, para redactar, simplemente para que te expreses de una manera clara y concisa hacia los demás. Esto lo eh notado muy a menudo con mis compañeros de clase, claro “no soy monedita de oro” porque a mí también me falta aplicar palabras a mi vocabulario para expresarme de una mejor manera.
También he oído de personas que mencionan un término y desconocen su significado, ¿solo la dicen porque suena bonito? Eso es más preocupante, porque ni siquiera entienden lo que dicen; y si ellos no entienden, menos entenderá la persona a la cual se dirigen. Es como si cada quien hablara de temas diferentes.
El segundo problema muy común
es NO escuchar.
¿Cuántas veces interrumpimos a una persona porque no estamos de acuerdo con ella? ¿Cuántas veces has visto que todos hablan al mismo tiempo? Si te gusta hablar, debes aprender a escuchar. Calla y presta atención a lo que te dicen. Nuestro sentido del oído debe escuchar el doble de lo que hablamos.
Retomando la pregunta: “Todos hablan al mismo tiempo”, me ha tocado estar presente en esa situación, y es tan incómodo, porque no se logra entender ni “pío”, es como si estuvieras en pleno mercado de la ciudad en el cual todos compiten para saber quién habla más, o quién grita más fuerte. Y se vuelve desesperante, estresante, porque realmente quieres escuchar la opinión de cada uno, todos tienen algo importante que compartir.
No escuchar es como si no te importara lo que tu receptor te dice, ignorarlo, no prestarle atención, precipitarse a lo que te dirá. Si es difícil hablar, más complejo es callar y escuchar.
Y el tercer punto es, Indiferencia.
¿Cuántas veces interrumpimos a una persona porque no estamos de acuerdo con ella? ¿Cuántas veces has visto que todos hablan al mismo tiempo? Si te gusta hablar, debes aprender a escuchar. Calla y presta atención a lo que te dicen. Nuestro sentido del oído debe escuchar el doble de lo que hablamos.
Retomando la pregunta: “Todos hablan al mismo tiempo”, me ha tocado estar presente en esa situación, y es tan incómodo, porque no se logra entender ni “pío”, es como si estuvieras en pleno mercado de la ciudad en el cual todos compiten para saber quién habla más, o quién grita más fuerte. Y se vuelve desesperante, estresante, porque realmente quieres escuchar la opinión de cada uno, todos tienen algo importante que compartir.
No escuchar es como si no te importara lo que tu receptor te dice, ignorarlo, no prestarle atención, precipitarse a lo que te dirá. Si es difícil hablar, más complejo es callar y escuchar.
Y el tercer punto es, Indiferencia.
Vamos por la vida creyendo que
oímos a los demás.
Si entendiéramos que todos dependemos de todos, que somos una sociedad en la que coexistimos, nuestras conversaciones subirían a otro nivel en el cual dejáramos los prejuicios, detenernos por un momento, mirar a la otra persona y atenderla.
Si te preguntará si ¿te gustaría que los demás se pusieran en tu lugar y comprendieran tu posición? Me responderías que sí, ¿cierto? y ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo? Si ya sabes escuchar, ahora lo que te corresponde a ti es reconocer, apreciar y comprender a tu prójimo. Sé empático.
Ésta parte de la comunicación pasa a ser un diálogo, y la relación entre ambas personas es más sólida.
Si entendiéramos que todos dependemos de todos, que somos una sociedad en la que coexistimos, nuestras conversaciones subirían a otro nivel en el cual dejáramos los prejuicios, detenernos por un momento, mirar a la otra persona y atenderla.
Si te preguntará si ¿te gustaría que los demás se pusieran en tu lugar y comprendieran tu posición? Me responderías que sí, ¿cierto? y ¿por qué nosotros no podemos hacer lo mismo? Si ya sabes escuchar, ahora lo que te corresponde a ti es reconocer, apreciar y comprender a tu prójimo. Sé empático.
Ésta parte de la comunicación pasa a ser un diálogo, y la relación entre ambas personas es más sólida.
Ahora bien, ¿Qué podemos hacer
nosotros? Cuando hay un problema de comunicación, pensamos que es culpa del
otro. Que es él, quién no sabe escuchar o expresarse. Ambos somos responsables,
pero si nos enfocamos en el otro, solo gastamos nuestro tiempo y energía. El
trabajo más efectivo y más satisfactorio es el que llevo a cabo conmigo mismo.
Siempre es importante que nos
preguntemos: ¿Qué estoy haciendo yo, para que se dé o se mantenga esta
situación? ¿Qué puedo hacer para que sea diferente? ¿Por qué centrarme en mí? Porque
yo no puedo cambiar a los demás, pero si puedo cambiar las cosas que no me
gustan de mí. Siempre hay algo, a veces mucho, a veces poco, que nosotros
podemos hacer para estar mejor.
¡Hagámoslo! Es por nosotros mismos.
No se trata de encontrar culpables. La culpa nunca soluciona nada, solo
paraliza. Tampoco de ver quién es mejor, más inteligente o quién tiene la
razón, porque si nos basamos en los que Martin Serrano expone, nosotros como
emisores tenemos que meternos en el contexto en el que el receptor esté para
que nuestro mensaje sea claro y conciso, porque si no sería todo un caos y
nunca nos daríamos a entender como nosotros queremos.
En fin, los problemas en la
comunicación siempre han existido y parece que siempre existirán, pero nosotros
como comunicólogos podemos hacer algo al respecto para cambiar toda esta
situación y mejorar nuestro entorno, nuestra interacción con otros agentes y
nuestra manera de actuar con los demás.
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